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sábado, 17 de diciembre de 2011

La escuela de mis antepasados

LA ESCUELA DE MIS ANTEPASADOS

LA ESCUELA DE PRINCIPIOS Y MEDIADOS DEL SIGLO XX
Durante este periodo de tiempo la escuela suplía la carencia de medios con imaginación. En 1953, con la ley promovida por el ministro Joaquín Ruíz-Giménez, comienzan una serie de reformas que llegarán hasta nuestros días. Aquella ley supuso un avance porque impulsó los conocimientos técnicos sin descuidar las humanidades, aunque los manuales estaban plagados de ideología y castigo físico, como eras los bofetones o los “cachetes”.

Se redactan en estos años los primeros cuestionarios oficiales que establecen unos conocimientos obligatorios en lengua y literatura, latín, matemáticas…; además de religión y formación del espíritu nacional. En la asignatura de gimnasia primaban las flexiones y ejercicios físicos. Las niñas estudiaban iniciación al hogar y economía doméstica.

La presentación del cuaderno de clase era muy importante, se penalizaban las faltas de ortografía y se premiaba la buena caligrafía, ya que se consideraba que una letra clara es un inicio de buenas aptitudes en el razonamiento lógico. La forma más común de evaluación de los conocimientos de los alumnos era mediante exámenes y la revisión del cuaderno de clase ya que no existía la posibilidad de realizar trabajos o ejercicios similares a los actuales.

Aquel era un sistema inflexible y elitista. La enseñanza obligatoria llegaba hasta los 12 años. Pero antes, a los 10, había un momento crítico. Había que pasar un examen nacional. Los que aprobaban accedían al bachillerato elemental. Y los que no seguían en primaria un par de años y luego debían abandonar la escuela. A raíz de esto se producía una separación que dividía a la infancia en dos grupos: el que tomaba el camino de la primaria ya no podía continuar con sus estudios, estaba condenado a ser fuerza de trabajo o a la exclusión. Los que accedían al bachillerato elemental no tenían un camino fácil. Al terminar los cuatro años tenían que presentarse a una reválida (a los 14 años) cuya mitad de los que se presentaban suspendían. Los aprobados cursaban dos años de bachillerato superior, dividido en ciencias y letras, y se enfrentaban a una nueva reválida (a los 16), que dejaba un 43% de suspensos. El último filtro era el examen de madurez (a los 17), después del curso preuniversitario. Éste era un sistema para privilegiados ya que sólo el 10 por ciento de la población llegaba a la universidad.

Otra característica muy distinta a la actualidad es que el profesor podía fumar en las clases cuando estaban los alumnos presentes. Otros simplemente leían el periódico de vez en cuando. También los profesores daban “capones” a los alumnos que no hacían sus tareas o que se comportaban mal o simplemente los castigaban en las esquinas de la clase a veces mirando a la pared o con varios libros en las manos.

EDIFICIO Y AULA
Según la información recaudada he podido saber que en algunos lugares de España los colegios eran simplemente un aula en el que una señora del pueblo enseñaba a los niños de la localidad con los pocos medios con los que contaba. En otras ocasiones, se trataba de colegios algo más grandes con varias aulas pero estas eran pequeñas para la gran cantidad de alumnos que acudían. No había varias clases para distintas asignaturas sino que todas se impartían en la misma y por un mismo profesor. Apenas tenían medios, los niños estabas apiñados, y si iban todos, alguno se quedaba de pie porque no había espacio. Eran escuelas unitarias donde había un grupo de niños de diez años, otros de seis y los mayores mandaban tareas a los pequeños.

ALUMNOS
En los primeros años del siglo XX y hasta la mitad de éste los niños estaban separados de las niñas y cada uno recibía una educación diferenciada preparada para realizar sus futuras funciones en la sociedad. Más adelante esto cambió y las aulas comenzaron a ser mixtas. Los profesores eran muy estrictos, autoritarios y muy respetados por sus alumnos.

MATERIALES
En esta época los materiales con los que se contaba en las escuelas eran muy escasos. En las aulas había una pizarra y pupitres de madera para los alumnos que podían ser en parejas o individuales y una mesa mayor para el profesor. En todas las clases había un mapa de España, un crucifijo y una foto de Franco. Además podían utilizar una bola del mundo para la enseñanza de la geografía, un ábaco para las matemáticas y libros de texto, pero diferentes a los que existen actualmente. Éstos eran menos que en nuestros días pues había uno de historia, de dibujo, de ciencias, el catecismo y un diccionario de latín o griego, lo demás era explicado por el profesor; además un mismo libro podía ser usado durante varios cursos sin necesidad de tener que comprar otro. Los libros eran de menor tamaño, con sólo las imágenes necesarias y con apenas ejemplos ya que explicaban la teoría de una forma directa y resumida. Tampoco tenían ejercicios ya que éstos eran dictados por el profesor y cada alumno los hacía en su cuaderno de clase. Los alumnos contaban con un lapicero con el que realizaban sus ejercicios o anotaciones.

FORMA DE ENSEÑANZA
Otra característica importante es que la forma de enseñanza prioritaria era la expositiva, en la que el profesor exponía una serie de contenidos teóricos que eran recibidos por los alumnos que los comprendían de una forma memorística. En la mayoría de las clases se trataban contenidos siendo casi inexistentes las prácticas ya que los niños actuaban simplemente como receptores de la información. Se tenía poca información sobre cuáles son los métodos más efectivos de enseñanza y sobre cuál es el desarrollo intelectual de cada alumno así como de los contenidos más apropiados para enseñar en cada etapa.


Lucía Remedios Aparicio Arroyo
2º A Primaria
Tendencias Contemporáneas de la Educación
Facultad de Educación de Toledo. UCLM.
Curso 2011/2012.

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